La esquizofrenia es un trastorno neuropsiquiátrico complejo que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque su origen es multifactorial, tanto factores genéticos como ambientales desempeñan un papel crucial en su desarrollo. Entre estos factores, se ha investigado el papel de las mutaciones genéticas, denominadas mutaciones somáticas, que inciden sobre las neuronas y que ocurren después de la fertilización.
Recientemente, un estudio ha investigado estas mutaciones, que son cambios genéticos que ocurren en las células cerebrales después de que el óvulo ha sido fertilizado, y encontró que algunas de estas mutaciones específicas de las neuronas podrían estar relacionadas con la esquizofrenia, aumentando el riesgo de desarrollar este trastorno.
Además, se realizó un estudio en ratones que examinó el impacto de la “activación inmune materna”, un proceso en el que el sistema inmunológico de la madre se activa durante el embarazo, y que podría estar comprometido en el desarrollo de la esquizofrenia en él producto, ya que cuando el sistema inmunológico de la madre se activa puede producir una respuesta inflamatoria que puede afectar tanto a la madre como al feto.
¿Cuál fue el hallazgo? Si bien no se encontró un aumento significativo en el número de mutaciones somáticas, sí se observaron cambios en los perfiles de mutación somática en el cerebro de los ratones expuestos a la activación inmune materna. Esto sugiere que los factores ambientales, como las infecciones o enfermedades autoinmunes, que activan la respuesta inmune durante el embarazo, podrían influir en el riesgo de trastornos neuropsiquiátricos, como la esquizofrenia, en la descendencia.
Esto se refiere a la posibilidad de que los hijos de personas que tienen esquizofrenia o que están en riesgo de desarrollarla también puedan verse afectados por este trastorno mental. Esto se debe a que la esquizofrenia puede tener una base genética, lo que significa que hay una predisposición hereditaria a desarrollarla.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la esquizofrenia es un trastorno complejo y multifactorial, y que la interacción entre factores genéticos y ambientales es clave en su desarrollo.
En conclusión, no existe evidencia sólida que sugiera que el ser madre hace a una persona inmune a la esquizofrenia. Más bien, la investigación sugiere que factores genéticos y ambientales pueden interactuar de manera compleja para influir en el riesgo de desarrollar este trastorno.
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