Los ataques de pánico son episodios imprevistos caracterizados por miedo o malestar intenso, donde usualmente no existe una causa aparente de peligro real que lo justifique. Quienes sufren de estos episodios de extrema ansiedad tienen la sensación de que podrían morir, volverse locos, perder el control o la sensación de percibirse a uno mismo y/o a los demás de forma extraña. Estos síntomas se acompañan de reacciones somáticas tales como: sensación de opresión en el pecho, palpitaciones, sensación de falta de aire, sensación de inestabilidad que el paciente describe como “mareo”, sudoración, temblores, molestias abdominales, sequedad en la boca, parestesias (“como electricidad que corre por la piel”), entre otros.
Asimismo, quien los padece enfrenta el temor de que el “ataque” podría presentarse en cualquier momento (ansiedad anticipatoria). Esto lo obliga a hacer cambios en su actividad diaria que altera su funcionalidad y lo limita en aspectos laborales, sociales y recreativos. En este momento, el paciente se enfrenta a un proceso aún más complejo denominado Trastorno de Pánico.
Si analizamos el pánico desde el punto de vista cognitivo, el paciente temeroso se encontrará en hiper alerta permanente, sin posibilidad de poder distinguir qué es peligroso versus qué no lo es. El cerebro percibirá todos los estímulos como peligrosos y es aquí donde se presentan pensamientos automáticos anticipatorios negativos como: “y que pasa si me desmayo en el micro y estoy solo”. Si interpretamos los cambios como algo adaptativo o normal, se irán; pero si pensamos que nuestra integridad está en riesgo, el sistema de alarma se activará de manera desproporcionada. Un episodio con estos síntomas puede durar entre 5 y 10 minutos aproximadamente, pero la intensidad lo hace parecer más prolongado.
Pero ¿cómo es que los ataques de pánico se presentan por primera vez? El primer ataque de pánico puede suceder frente a una situación que nos supera, que no nos sentimos capaces de enfrentar. Estos problemas pueden ser laborales, económicos, familiares, de pérdida, de salud, etc. Esta primera experiencia es aterradora para el individuo e inconscientemente buscará la presencia de cualquier síntoma, consecuencia de su mayor sensibilidad a los cambios propios del organismo, conducido por su hipervigilancia, entonces pensará que está en peligro y desarrollará un nuevo episodio.
No se conoce exactamente cuál es la causa que origina los ataques, pero parecen estar relacionados con eventos de vida tempranos como la negligencia y/o el maltrato físico o psicológico, o patrones heredados.
¿Qué debemos tener en cuenta cuando nos enfrentamos a un ataque de pánico o tenemos un Trastorno de Pánico?
Seamos conscientes de que ninguna sensación puede durar para siempre: todas las emociones son limitadas, tarde o temprano pasará, aunque no queramos.
Démonos cuenta que el verdadero temor es lo que está por venir, no lo que está sucediendo ahora; es decir, la presencia de miedo es a lo que va a pasar, no a lo que está pasando realmente en ese instante.
Lo que experimentamos como terribles o insoportable no son las sensaciones, sino nuestra propia interpretación de las mismas. Por supuesto, esas sensaciones son tolerables, lo intolerable es lo que nos podamos imaginar.
La técnica de “respiración diafragmática” puede ser clave para manejar la ansiedad adecuadamente.
Al momento de la hiperventilación, podemos ayudarnos con el uso de una bolsa pequeña de papel para respirar. Con esto, recobraremos niveles de oxigenación y no sentiremos mareos.
No tratemos de luchar o controlar estas sensaciones, pues si no las descargamos se acumulará la tensión, convirtiéndose en un círculo vicioso. Atrevámonos a ver qué pasa, a conocer lo que nuestro cuerpo necesita descargar.
Démonos cuenta de los pensamientos irracionales presentes en esta situación, anotémoslos para pasarlos a pensamientos más racionales y cuestionemos a diario estos pensamientos (¿tienen lógica?, ¿hay evidencia que va a ser así o es algo exagerado?, ¿nos es útil o está interfiriendo negativamente en nuestra vida vida?).
Pensemos: Sí, el ataque de pánico se experimenta como algo sumamente aparatoso, terrorífico y desestabilizador, pero está en nosotros revertir los pensamientos irracionales sobre nuestras propias sensaciones.
Lic. Victoria Vigo
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