La estimulación cerebral profunda abre una nueva esperanza contra la depresión resistente
- INA
- hace 4 dĆas
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Hay personas que han probado de todo: medicación, terapias, cambios de rutina, ejercicio, hĆ”bitosā¦Ā y aun asĆ la tristeza no se mueve. No es flojera, no es falta de voluntad, ni es āpensar en negativoā. Para quienes viven una depresiónĀ resistente, cada dĆa puede sentirse como empujar una puerta que nunca termina de abrirse. Pero un nuevo estudio acaba de encender una luz donde parecĆa no haber mĆ”s caminos, y no se trata de una metĆ”fora, es literalmente una seƱal elĆ©ctrica dentro del cerebro.
Investigadores de la Universidad de CambridgeĀ y colaboradores en China estudiaron un tratamiento llamado estimulación cerebral profunda (ECP), una tĆ©cnica que utiliza pequeƱos electrodos implantados en zonas especĆficas del cerebro. Algo parecido a un marcapasos, pero para las emociones. Los resultados sorprendieron incluso a los especialistas. La mitad de las personas tratadas mejoraron de manera significativa, mientras que un tercio alcanzó algo que, para muchos, parecĆa imposible, la remisiónĀ de casi el total de los sĆntomas.
El estudio miró con lupa una región del cerebroĀ llamada nĆŗcleo del lecho de la estrĆa terminal (BNST), profundamente ligada al estrĆ©s, la ansiedadĀ y las respuestas de alarma prolongada. AhĆ encontraron algo fascinante, una frecuencia cerebral llamada theta, una especie de āritmo lentoā del cerebro, que tenĆa mucho que ver con quiĆ©n respondĆa mejor o no al tratamiento. Las personas que antes de la cirugĆa tenĆan niveles mĆ”s bajos de actividad theta fueron las que mejoraron mĆ”s despuĆ©s de recibir la estimulación. AdemĆ”s, cuando la ECP empezó a hacer efecto, esa actividad theta bajaba aĆŗn mĆ”s⦠al mismo tiempo que los sĆntomas tambiĆ©n disminuĆan. Es como si el cerebroĀ estuviera diciendo: āEstoy entrando en otro estado mĆ”s claro, uno con menos miedo.ā
Otro hallazgo llamó la atención del equipo: Las personas cuyo BNST estaba mĆ”s sincronizado con la corteza prefrontal, la región que nos ayuda a regular emocionesĀ y tomar decisiones, tambiĆ©n eran quienes tenĆan mĆ”s posibilidades de mejorar. Como si ambas zonas, al comunicarse mejor, pudieran salir del estado de bloqueo que caracteriza a la depresiónĀ resistente al tratamiento. No estamos hablando de āirritarse y mejorarā. Estamos hablando de sincronĆa neuronal, de redes que comienzan a conversar de nuevo despuĆ©s de aƱos de silencio.
Durante el estudio, los investigadores mostraron a los participantes imĆ”genes agradables, neutras y negativas. Las personas que reaccionaban con mayor intensidad ante las imĆ”genes negativas, es decir, las mĆ”s sensibles al dolor emocional, fueron tambiĆ©n quienes menos se beneficiaron de la estimulación. La depresión, entonces, no solo vive en la quĆmica del cerebro, tambiĆ©n vive en cómo interpretamos el mundo, cómo recordamos, cómo anticipamos. El estudio, publicado por la Universidad de Cambridge y difundido por Nature CommunicationsĀ y Neuroscience News, no solo examinó estructuras, tambiĆ©n examinó humanidad.
Los investigadores creen que este biomarcador, la actividad theta en el BNST, podrĆa abrir la puerta a algo que antes parecĆa ciencia ficción: marcapasos emocionalesĀ que ajusten su estimulación segĆŗn lo que el cerebroĀ siente en ese momento. Si la actividad theta sube, el dispositivo aumenta la estimulación. Si baja, la reduce. Un tratamiento que se adapta al instante, como un acompaƱante silencioso que monitorea el malestar desde adentro. No estamos ahĆ todavĆa, pero este estudio muestra que ese futuro ya empezó a tomar forma.
La depresiónĀ resistente al tratamientoĀ es una de las condiciones mĆ”s difĆciles en salud mental. No solo por los sĆntomas, sino por el agotamiento emocional de āprobar y fallarā, una y otra vez. Por eso, este hallazgo importa tanto, ya que no solo encontró mejoras, si no tambiĆ©n patrones, predictoresy seƱales que podrĆan decir: āAquĆ hay un camino para ti.ā Es un recordatorio de que el cerebroĀ es complejo, sĆ, pero tambiĆ©n plĆ”stico. Y que incluso en los cuadros mĆ”s graves, aĆŗn existen puertas que pueden abrirse.
Fuente del estudio: Investigación liderada por la Universidad de Cambridge (2025), publicada en Nature Communications y difundida por Neuroscience News.





