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¿Puede el pescado hacer a los niños más amables?

  • Foto del escritor: INA
    INA
  • 16 may
  • 2 Min. de lectura
¿Puede el pescado hacer a los niños más amables?

A muchos padres les preocupa si sus hijos están comiendo lo suficiente, si su alimentación es balanceada o si debieran evitar ciertos alimentos por miedo a toxinas como el mercurio. Pero ¿alguna vez has pensado que lo que comen podría influir en su manera de relacionarse con los demás?

Una nueva investigación de la Universidad de Bristol sugiere que sí. Los niños que consumen mariscos con regularidad a los 7 años tienden a ser más prosociales, es decir, tienen más probabilidades de compartir, ayudar y tener actitudes positivas hacia otras personas entre los 7 y los 9 años.

Comer bien para llevarse bien

Este hallazgo proviene del estudio “Children of the 90s”, una investigación de largo aliento que ha seguido a casi 6000 niños desde los años 90. Los investigadores observaron cómo los hábitos alimenticios específicamente, la ingesta de mariscos podían estar relacionados con el desarrollo conductual.

¿La conclusión? Los niños que comían más pescado presentaban mejores niveles de comportamiento prosocial, incluso cuando se ajustaron factores como el nivel socioeconómico y otros aspectos del estilo de vida familiar.

¿Qué tiene el pescado que lo hace tan especial?

El pescado es una fuente natural de ácidos grasos omega-3, yodo y selenio. Estos nutrientes son esenciales para el funcionamiento adecuado del cerebro, especialmente en etapas de desarrollo como la infancia. De hecho, ya se sabía que el consumo de pescado durante el embarazo podía tener efectos positivos en el desarrollo del bebé, pero este estudio da un paso más: demuestra beneficios concretos cuando los niños mismos lo consumen.

Y aunque existe cierta preocupación por la presencia de mercurio en algunos mariscos, los investigadores aclaran que los beneficios superan ampliamente los riesgos. La recomendación oficial del NHS británico (y también de muchas guías internacionales) es consumir al menos dos porciones de pescado por semana, incluyendo una porción de pescado azul como el salmón o la caballa.

¿Y qué pasa con el coeficiente intelectual?

Curiosamente, aunque el estudio también analizó si había una relación entre el consumo de pescado y el coeficiente intelectual (CI), no se encontró un vínculo directo. Esto sugiere que los beneficios del pescado podrían ser más conductuales que cognitivos, al menos en los parámetros medidos.

La Dra. Caroline Taylor, profesora asociada de nutrición en la Universidad de Bristol, explica:

“Nuestra evidencia que vincula el consumo de pescado en los niños con un mejor desarrollo conductual es clara, y recomendamos encarecidamente a los padres que proporcionen al menos dos porciones de pescado a la semana”.

Más que un alimento, una inversión en el desarrollo

El comportamiento prosocial como compartir, ayudar o consolar a alguien es una habilidad que se desarrolla desde los primeros años de vida. Favorecerlo desde la nutrición puede ser una forma poderosa y accesible de apoyar el bienestar emocional y social de los niños.

Y si bien el pescado no es una varita mágica que transforma personalidades, sí parece ser un factor que acompaña positivamente el desarrollo social. Así que la próxima vez que dudes entre nuggets y salmón, recuerda que estás eligiendo también por el tipo de adulto en el que podría convertirse tu hijo.

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