Vivir es recordar y se vive y se sabe cuando se recuerda. Puede sonar poético y entreverado, pero en esencia, la memoria constituye el soporte mediante el cual somos capaces de vivir la vida y ser conscientes de que lo estamos haciendo. Sin embargo, los ejercicios enfocados en desarrollar tienden a ser relegados a un ámbito académico, y la importancia que se le brinda solo sale a flote décadas después, cuando empezamos a perderla. El aprendizaje, y por consiguiente, la capacidad de recordar aquello que hemos aprendido, representan acciones que nos permiten desarrollarnos plenamente, pues nos brindan las capacidades para afrontar nuevos desafíos y alcanzar nuestras metas. Pero, claro está, no a todo el mundo se le da con tanta facilidad el poder aprender algo nuevo.
Pero no todo está perdido. De hecho, a veces no empleamos las técnicas apropiadas para adquirir este nuevo aprendizaje que tanto anhelamos porque, simplemente, no somos conscientes del tipo de memoria que estamos empleando para procesar dicho aprendizaje. La neurociencia reconoce tres tipos principales de memoria: la implícita o de hábitos, la explícita o declarativa y la ejecutiva o de trabajo, cada una de ellas relacionada con estructuras cerebrales particulares y resultado de modos de aprendizaje diferentes.
Estrategias de aprendizaje para cada tipo de memoria
1° Memoria ejecutiva: Esta es la memoria que empleamos para retener información por pequeños fragmentos de tiempo. Para ella no es necesario desarrollar una estrategia de aprendizaje en concreto dado que su función es meramente transitiva. Aunque esto no quiere decir que no la empleemos durante el proceso de aprendizaje. La memoria ejecutiva es empleada durante el proceso de análisis, ayudándonos a identificar elementos o tomar decisiones. Depende de la corteza prefrontal, que es la parte más evolucionada del cerebro humano.
2° Memoria implícita: Esta memoria se caracteriza por vivir atada a nuestro subconsciente. En términos generales engloba todas aquellas tareas que no requieren de recolección consciente de la información. Los aprendizajes que implican este tipo de memoria son los relacionados a idiomas, tocar instrumentos musicales, leyes o hasta aprenderse un discurso o el papel en alguna obra teatral. En este sentido el famoso “aprendizaje de memoria” cobra protagonismo. La clave es repetir y repetir. Esto se debe a que en la memoria implícita, la interacción funcional repetitiva de diversas estructuras neuroanatómicas, ensambladas en circuitos neuronales específicos provocan el reforzamiento de las conexiones sinápticas involucradas y, los cambios de plasticidad sináptica que se requieren para establecer los procesos de aprendizaje y memoria.
3° Memoria explícita: Esta memoria se caracteriza por ser inconsistente. Podría decirse que es la memoria a la cual recurrimos para verbalizar sucesos y narrar acontecimientos. Se ve muy influenciada por el contexto y, por ende, tiende a cambiar. Esto se debe a que la memoria explícita se forma inicialmente en el hipocampo, una estructura cerebral que pierde conexiones neuronales y volumen con los años, de ahí que se debilite en los mayores si no se utiliza y repasa con frecuencia. Los aprendizajes que implican este tipo de memoria son los vinculados a un razonamiento mental más profundo, como realizar un análisis literario o redactar un ensayo. Para ello, cobra protagonismo la capacidad de recopilar, contrastar y analizar diversas fuentes de información, pues esta actividad es la que activa las neuronas del hipocampo necesarias para formar las memorias explícitas o declarativas.
Ahora que sabes qué puedes aprender con cada tipo de memoria y qué estrategias trabajar con cada una de ellas, es probable que tu proceso de aprendizaje sea más llevadero. Si luego de intentar cambiar la estrategia mediante la cual estás intentando aprender algo nuevo sientes que no generas resultados, o si en general sientes que tienes dificultad para recordar las cosas, recuerda que siempre puedes contactarnos. En INA contamos con especialistas y sistemas de punta para ayudarte.