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Falsos Recuerdos: La Falsa Realidad que Creamos



Las personas muchas veces ven sus recuerdos como realidades absolutas de lo vivido. Sin embargo, olvidan que, en la evocación de un recuerdo, se ven involucrados otros elementos que guardan y almacenan sus propios contenidos, influyendo en lo que se recordará posteriormente. Lo cierto es que un recuerdo difícilmente puede ser la recreación exacta de la realidad vivida, debido a que los seres humanos cargamos estos recuerdos con afectos, impresiones o influencias externas actuales.

Los falsos recuerdos (FR), también llamados falsas memorias, son clasificados a partir de su origen en implantados o espontáneos.


Los FR implantados hacen alusión a aquellas falsas memorias que son producto de la influencia de una persona externa. Este sería el caso de aquellas historias, o detalles en estas, que originalmente no logramos recordar, pero al ser contada por otros se termina aceptando o incluso se incluyen como parte real de las memorias. Este es el caso de recuerdos de la infancia que en realidad no pasaron o que difícilmente podríamos recordar por lo temprano que se dieron.


Una muestra de los FR implantados está en aquellos recuerdos que la gente descubre por fotos o por mera lógica temporal que no pudieron darse; esto justifica aquellas clásicas expresiones de “yo creía que era así” al percatarse del error. Quizá algún familiar implantó ese recuerdo para ocultar otra cosa o porque incluso ellos mismos así lo recordaban. Un viaje a un lugar al que querían ir, del que ciertos familiares siempre hablaron, pero del que no hay fotos o souvenirs; otro ejemplo es cuando describimos a un familiar, del que quizá alguno de nuestros padres siempre nos contó, era de una forma pero que, al final, ciertas personas lo describen diferente a lo pensado. También, es a este tipo de FR que se refieren cuando se habla de las falsas memorias que se encuentran en algunos procesos terapéuticos y que terminan creándose por el involucramiento de otro, el terapeuta. Por supuesto, es en donde el profesional hace uso de sus habilidades para contemplar la aparición y el trabajo apropiado de estos.


Por otro lado, los FR espontáneos son, para muchos autores, los más complejos porque involucran memorias alteradas por los propios factores internos que llevan a cuestionar cómo funciona la memoria. Los múltiples elementos que interfieren a la hora de almacenar los recuerdos pueden llevar a que, no solo la forma en que son percibidos cambie, sino que inclusive se crea algo que no pasó.


Un ejemplo común de los FR espontáneos podría ser cuando las personas recuerdan peleas que tuvieron; muchas veces cuando los involucrados cuentan dicha experiencia, se aprecian diferencias que incluso pueden mostrar situaciones totalmente contrarias. Algunos agregan gritos, palabras o acciones que nunca se dieron y que en realidad se presentan por los afectos, percepciones diferenciadas o la misma necedad de su postura. Es también en el ámbito forense donde múltiples autores destacan cómo las víctimas en crímenes llegan a alterar lo que vieron, atribuyendo falsas características o agregando elementos incorrectos. Existen casos en que pruebas confiables desacreditaron testimonios de las víctimas y esto no porque ellas mintieran a voluntad, sino porque simplemente el suceso traumático supuso tal carga que alteró la forma en que las vivencias eran recordadas.


Es importante entender que, al no ser máquinas grabadoras, podemos cometer fallos involuntarios para almacenar las experiencias. Creer que lo que recordamos es una copia leal de la realidad puede conllevar a que cometamos errores que pueden ser fácilmente confrontados. Es entonces, un recordatorio de la limitación existente en nuestra mera naturaleza humana.

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