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El vínculo con el terapeuta como instrumento de sanación

Actualizado: 19 nov 2020

“Un colega planteó esta cuestión a una de sus clientes cuyo tratamiento se acercaba a su fin. El terapeuta la había tratado durante casi dos años; consideraba que ella había mejorado significativamente y estaba bastante seguro de que había quedado satisfecha. Pensaba que obtener cierta información le podría ser útil en su trabajo con futuros clientes y durante la última sesión le preguntó: “En esta terapia, ¿qué le ha ayudado más a usted?”. Ella respondió: “¿Recuerda aquella ocasión en que un abejorro revoloteaba por la ventana?”. “Sí”, contestó él, visiblemente avergonzado. Era alérgico a las abejas y les tenía terror, por lo que la pregunta le devolvió una vívida imagen de sí mismo encogido de miedo debajo de la mesa, mientras ella ahuyentaba la abeja y la hacía salir por la ventana. “Para mí, aquello marcó un cambio decisivo –continuó ella-, porque hasta ese momento yo le veía a usted como una persona perfecta, pero distante e inaccesible. No confiaba en que verdaderamente pudiera ayudarme o comprenderme; sin embargo, decidí que había algo con lo que me podía identificar y entonces me abrí. A partir de ese momento empecé realmente a trabajar en las sesiones. Todo empezó a encajar.” Ciertamente, su respuesta no fue la que esperaba el terapeuta, ¡en la universidad no le habían enseñado a tratar a nadie agazapado debajo de la mesa! No obstante, por lo que respecta al proceso terapéutico, esta historia resulta instructiva.”

Previo a la primera consulta, los pacientes traspasan una gran barrera de pudor, desconfianza y miedo al depositar en el terapeuta toda su esperanza de ser contenidos, entendidos y ayudados. Esta entrega es un privilegio único, pues participar tan profundamente de los relatos de vida de los pacientes enriquece la propia vida del terapeuta; le permite incorporar nuevas narrativas sobre sí mismo, sobre su paciente y sobre otros pacientes, quienes se benefician del aprendizaje obtenido a través de la práctica.


Por ello, aunque existe una ciencia de la psicoterapia y los terapeutas aprenden durante su formación todo tipo de habilidades relacionales, de estrategias terapéuticas y de intervenciones; en la consulta, más que la aplicación de cualquier conocimiento, la habilidad en la interacción con el paciente, resulta ser un arte.


Es así que la relación terapéutica ha tomado una relevancia que se apoya sólidamente en hallazgos que dan cuenta de sus efectos sobre los procedimientos y resultados obtenidos desde diferentes perspectivas teórico-clínicas. Un área desde la cual se ha estudiado esta relación ha sido la alianza terapéutica, obteniéndose amplia evidencia a favor de los efectos de la calidad de la alianza sobre la efectividad de las intervenciones desde distintas aproximaciones.



El vínculo, como el aspecto principal de la alianza terapéutica, comprende un entramado complejo entre paciente y terapeuta, el cual incluye la confianza y aceptación mutua y determina el tono emocional de la vivencia del paciente. Esto se debe a que integra las necesidades, miedos y la vida de este mismo, junto con los conocimientos, técnicas y la empatía del propio psicólogo, quien también se presenta en la terapia con la inevitabilidad de sus sentimientos, percepciones, pensamientos que lo autodevelan en forma continua y que, a su vez, lo implican en una relación que transforma la realidad del paciente.


Por lo antes señalado, el proceso terapéutico es influenciado intensamente por el vínculo establecido entre terapeuta y paciente, vínculo que se origina a partir de las impresiones que suscita el terapeuta como persona cálida y comprensiva, o fría, escrutadora y distante. Es por ello que surge la necesidad del terapeuta de desarrollar una habilidad especial para utilizar su biografía y sus experiencias emocionales internas a favor de identificarse y, a la vez, diferenciarse de sus pacientes. De manera que cada experiencia terapéutica sea única e irrepetible, lo que no significa que el terapeuta se enfrente a esta improvisadamente o carente de técnicas y conocimientos pertinentes, sino más bien que utilice la calidad del vínculo en pro de potenciar la técnica.


Lic. Giomy Riveros Arenas

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